DISCULPAS
Ya no somos, más que espejos estáticos, tatuados en nuestras memorias, esculpidos por el fuego de algún orfebre ebrio.
Culpas y disculpas, se derraman sobre el calendario, que revienta de azules, sobre el mantel de letras.
Aunque me extienda, como hiedra laberíntica, sobre tus párpados; ya no somos, ni seremos.
Aunque desee tu florecer, mi bosque tenderá su sombra, sobre los rostros sin dueño y las noches ágrafas, que adornan la muerte.
Sé de la sed que padeces, al verme ciego, sin ojos; y perdido en las agujas. Sé que sabes, que no restaba más nada para dar, más que nuestros cuerpos, más que la confusión.
Sé que sabes, que te sé, y que me sabes, como los sabios saben saber, su necedad. Mas tu hiedra, hoy acaricie otros jardines, dejándome sólo, sin poesía y bajo mis garras.